sábado, 26 de junio de 2010

Lamatumbá (e Lamatumberos)

Porque realmente vos debo moito,
tal vez risas, zicais lamentos;
todo está ainda por vir,
non chegou o noso momento.

Chegará, e de seguro
que vos escoitarán,
facendo caso das vosas verbas,
somos moitos os que estamos a pensar.

Seredes ó fin ceibes,
de toda melancolía,
que segue a colocar etiquetas...
ca cor da hipocresía.

A xente
escomeza a comprender,
que en Ourense...
hai máis cousas que o PP.


E chegarán ainda mais sorrisos,
tornará o sol a sair,
non haberá mais despedidas;
e nós, non teremos fin.

GRAZAS! por todo vos dou;
grazas por facerme sorrir,
grazas por chegarme ó corazon,
cando non conseguía latir.



P.D. Esto me pasa por vos escoitar...

1 comentario:

ValBaixo dijo...

Por un jardín devastado corría con un destino incierto una yegua salvaje, sin saber que el camino desconocido era paralelo y complementario a todo lo que la rodeaba, desde la más pequeña semilla de un manzano hasta un hombre con traje.
Desde pequeña tenía miedo a la oscuridad, sin dormir de noche a no ser que las estrellas sin pensar en ella decidieran iluminarla con su claridad, tan deslumbrantes que pensaba que la suya nunca la podría alcanzar, tan deslumbrantes y cuantiosas que le hacían plantearse dudas de que podía esperar una saltarina yegua que con piedras no paraba de tropezar.
Una vez, otra vez y otra vez hasta que una querida y amada inconscientemente paloma voladora avisó de que si no quería ver, nunca le enseñaría a volar, de que si ella no quería ver no importaba, quedaba el cariño, pero no podrían viajar juntos para hallar por si mismas la claridad del mundo y escapar de la oscuridad en la que les había sumido un mundo dormido y lleno de mentiras.
La yegua parecía asustada, la yegua no hacía más que asimilar la información que el universo le daba...harta de sentir que sus ganas de salir, sus ganas de perder el control, sus ganas de ganar su propia batalla le imponían una constante pelea consigo misma pensando demasiado, los lastres que ella misma se había colocado a la espalda todavía no se habían eliminado.
Un día por sorpresa apareció una paloma muerta, y el miedo acumulado a aprender a volar se desvaneció en el momento preciso e indicado, y vio por primera vez su estrella reflejada en los ojos de personas que la rodeaban, a los que antes sólo se mostraba cuando el licor bajaba por la garganta y subía por la boca en forma de rabia, palabras malsonantes e hirientes a veces, y demasiadas pocas veces con cosas permanentes que sólo manejaba a trompicones entre dientes, con hechos que avistaban alguna que otra tempestad y algo de claridad.
Ella misma se había cerrado la puerta a sus deseos mientras no se daba cuenta de que con la puerta del corazón cerrada nunca se llega a ellos, que sin luchar por los sueños nunca llegaría lejos, que realmente podía dormir tranquila y dejar de devanarse los sesos, que lo único que necesitaba era sentir que cerca está lo que antes estuvo lejos, que lejos está lo que parecía estar cerca, que no se había dado cuenta por ser una cabezona y una terca, pero nunca es tarde para la vuelta de tuerca, que hoy y todos los días luchará por ganar su guerra.