sábado, 12 de marzo de 2011

Cada noche...

Cuando ella se va, dejándole allí tumbado, tranquilo e irremediablemente triste haciendo de ella un ser grande o pequeño a su antojo piensa:
"cómeme, bébeme,
pero no dejes nada de mi
que pueda tener pensamiento,
pues cualquier ápice de mi ser
acabará pronto en el cementerio"

Un corazón acongojado por un futuro incierto que se atisbaba como una vorágine de impetuosos latidos encerrados en un pecho inundado de lágrimas.
"Qué tranquilidad me espera, qué calma allí abajo; todo acabará, al final del barranco".


Nunca nos creemos capaces de poner fin a nuestra propia vida y fielmente creo que, aquellos que lo consiguen, mueren sorprendidos por su propio valor pues no hay nada después, simplemente 190... y DIWEDD