De gritar a los cuatro vientos que no
nos rendiremos,
que aunque tengan sus votantes no
dejaremos que manejen nuestro futuro
cual dictador hizo no hace demasiado
tiempo.
Como antaño padeceréis el asedio de
vuestra población,
no olvidamos que somos fieles siervos
de nuestro señor,
casualmente, ahora, nos ha abandonado
creyéndose mejor.
No permitimos ni permitiremos los
latrocinios incesantes,
padecemos vuestras viles mentiras, ya
constantes,
os tocará pagar y no valdrá con oro
contante y sonante.
Habéis dejado a vuestro pueblo carente
de felicidad,
padece hambre y frío mientras genera
hostilidad,
sabed que sois nuestro objetivo,
señores de la maldad.
Y no olvidéis jamás que a violentos
podemos tornar,
toda esa masa que pacífica, hasta
ahora, se hacía llamar,
ni vuestras huestes azuladas nos podrán
parar.
Cuando los soldados rasos se percaten
de vuestras necedades,
tornaréis, por fin, a decir verdades,
huiréis cuando las cosas cambien.
Si el que roba a un ladrón tiene cien
años de perdón,
qué no se perdonará al pueblo
abandonado y humillado
cuando recupere el poder y todo lo que
le han quitado.