martes, 4 de diciembre de 2012

Ha llegado la hora:


De gritar a los cuatro vientos que no nos rendiremos,
que aunque tengan sus votantes no dejaremos que manejen nuestro futuro
cual dictador hizo no hace demasiado tiempo.

Como antaño padeceréis el asedio de vuestra población,
no olvidamos que somos fieles siervos de nuestro señor,
casualmente, ahora, nos ha abandonado creyéndose mejor.

No permitimos ni permitiremos los latrocinios incesantes,
padecemos vuestras viles mentiras, ya constantes,
os tocará pagar y no valdrá con oro contante y sonante.

Habéis dejado a vuestro pueblo carente de felicidad,
padece hambre y frío mientras genera hostilidad,
sabed que sois nuestro objetivo, señores de la maldad.

Y no olvidéis jamás que a violentos podemos tornar,
toda esa masa que pacífica, hasta ahora, se hacía llamar,
ni vuestras huestes azuladas nos podrán parar.

Cuando los soldados rasos se percaten de vuestras necedades,
tornaréis, por fin, a decir verdades,
huiréis cuando las cosas cambien.

Si el que roba a un ladrón tiene cien años de perdón,
qué no se perdonará al pueblo abandonado y humillado
cuando recupere el poder y todo lo que le han quitado.

lunes, 27 de agosto de 2012

Preciso de información proxémica

Hubo un día en el que te vi imposible; me fui lejos y a mi lado apareciste. Noches largas y risas que resuenan todavía; a tu lado, el alba despertaba. Amanecía. Sonreí, me marché; no realizamos despedidas, falta no hizo la vez siguiente sonreías. Sueño es realidad; cada instante estás conmigo. Tu compañía, a mi lado un buen amigo. Cada mañana sueño con despertar ahí; estar contigo, verte, escucharte junto a mi. Difícil es, el tenerte cerca sin rozar; cada minuto quiero tus labios besar. Y van, y no vuelven; porque todavía no ha considerado el huir.

lunes, 9 de julio de 2012

Y sonrío

Sonó aquella voz
y me acordé de él
sin quererlo sentí
el tacto de su piel.

Resonó su risa
como sonido del ayer;
el pasado, jamás
podrá volver a ser.

Y sonreí porque fui feliz.
Y sonrío.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Aquellos locos soñadores que tenían como meta un futuro hace cincuenta años. Eso es, hace diez lustros que algunos estaban enfrentándose a los grises en la puerta de las universidades. Es evidente que esas imágenes no se han borrado de nuestra memoria, pero más evidente es que para no borrarlas, las hemos revivido recientemente. En fin que las cosas no se olvidan, pero también algunos se encargan de que no se nos olviden (pero menudas formas).

viernes, 9 de marzo de 2012

Esperanza

Hoy ha ido una participante en los programas de Médicos Sin Fronteras llamada Paula a Los Desayunos de La 1 y ha contado una historia que me ha parecido preciosa:

Unos compañeros llegaron a una playa inmensa y la marea había arrastrado a la arena a millones de estrellas de mar y uno de ellos empezó a cogerlas y a lanzarlas al agua; el otro preguntó:
-¿Qué haces?, hay muchísimas y...se van a morir.
-Si; pero...esta no, esta no, esta no...

Me ha parecido una historia llena de esperanza; eso, en sus propias palabras es la acción humanitaria, un aquí y ahora, unos apagafuegos.

Hoy, sonrío de esperanza.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Estados unidos de Lucía

Lucía volvió a levantarse después de aquella noche horrible, Magda no había dejado de gemir y ella no había podido dormir. Se duchó, vistió y salió a la calle; mientras salía Magda le preguntó algo, pero no sabría decir qué. Al salir fue sin rumbo dejando que los sonidos de su alrededor la guiaran por el entramado de calles, sin querer escuchar nada ni a nadie pero atenta a lo que sucedía. Se encontró sola, perdida, tal vez vacía y no podía hacer nada, estaba paralizada en medio de una calle, con gente zarandeándola a su paso; quería gritar y no podía; impotencia.

Las lágrimas caían por sus mejillas y, sin embargo, nadie podía verlas, tal vez tampoco la vieran a ella. Comenzó a llover y la gente se dispersó pero ahí, inmóvil, siguió llorando. No sabría concretar el tiempo que pasó allí de pie, como una estatua callejera bajo el manto de lluvia; seguramente sintiera que por fin alguien la veía, la más grande de las grandes, el más azul de los azules lloraba junto a ella; empatía.

Volvió a salir el sol pero ella no se fue, rotó para que el sol pudiera secar una cara, de repente, cuarteada por el paso del tiempo. Envejeció en tan sólo dos horas lo que el resto de los mortales tardamos cuarenta años; se palpó y se miró las manos, no se sorprendió al ver que era una señora; vejez.

Se acercó un hombre y le preguntó:
- ¿Quiere que la ayude? Parece desorientada.
- No, muchas gracias. - Su voz se había tornado temblorosa, se dio cuenta entonces de que su ropa no coincidía con su edad, levantó la cabeza para ver al hombre que le hablaba, no le había parecido joven, allí vio al Señor Arturo; incredulidad.

No sabría decir si el Sr. Arturo reconoció a Lucía o no, pero la ayudó a sentarse en un banco próximo; al sentarse se cayó una libreta y el caballero la recogió, fue entonces cuando asumió lo que tenía delante, Lucía había envejecido, tal vez tendría su edad, él si se sorprendió y empezó a preguntar sin dejar lugar a la contestación; curiosidad.

- Te quiero - dijo Lucia - desde que te conozco te he querido por dentro, me da igual lo que los demás digan o piensen, yo te quiero a ti. AMOR