jueves, 16 de mayo de 2013

Porno

Es una realidad que el porno lésbico excita tanto a mujeres como a hombres heterosexuales; supongo que será porque el sexo entre féminas es como los preliminares del sexo heterosexual. Nos excita el hecho de que siempre sea la mujer quien disfrute. Todo en esas películas es, básicamente, conocido por nosotras y nuestros cuerpos. La penetración forma parte de nuestro disfrute; bien sea manual, artificial o, directamente, con la polla del varón que te acompañe. Si bien el porno gay también se basa en unos preliminares similares y no creo que ningún tío con los ojos tapados notase la diferencia entre si se la está chupando un tío o una tía (a no ser que el succionador tenga vello facial). El problema reside en que la mayoría de los hombres no han sido penetrados (muchas veces negándose a ello sin saber qué es). El hecho de que una mujer se chupe un dedo provoca excitación, sin embargo es extraño ver ese gesto en un hombre si no hay salsa barbacoa de por medio.




Por otro lado el porno heterosexual suele estar concebido por y para hombres (a excepción de algunos casos contados - Erika Lust, Candida Royalle, Mia Engberg...) haciendo de la mujer un objeto. Seamos conscientes de que el esperma tiene una serie de propiedades que producen en la mujer un efecto antidepresivo por lo tanto el "desperdiciar" corridas en la cara o tetas de la fémina que tiene enfrente no sólo significa dotar de un trato vejatorio a un ser que te excita (y que te ha llevado al éxtasis) si no que, además, privan a la mujer de una sensación única e indescriptible (no la conoceréis nunca, varones; al igual que nosotras no entederemos qué sentís con nuestra lengua alrededor de vuestro falo) y más teniendo en cuenta los controles sanitarios a los que se someten todos los actores y actrices porno antes de un rodaje; que ya podríamos llevar ese nivel en la vida real, las conciencias iban a estar mucho más tranquilas.