martes, 4 de diciembre de 2012

Ha llegado la hora:


De gritar a los cuatro vientos que no nos rendiremos,
que aunque tengan sus votantes no dejaremos que manejen nuestro futuro
cual dictador hizo no hace demasiado tiempo.

Como antaño padeceréis el asedio de vuestra población,
no olvidamos que somos fieles siervos de nuestro señor,
casualmente, ahora, nos ha abandonado creyéndose mejor.

No permitimos ni permitiremos los latrocinios incesantes,
padecemos vuestras viles mentiras, ya constantes,
os tocará pagar y no valdrá con oro contante y sonante.

Habéis dejado a vuestro pueblo carente de felicidad,
padece hambre y frío mientras genera hostilidad,
sabed que sois nuestro objetivo, señores de la maldad.

Y no olvidéis jamás que a violentos podemos tornar,
toda esa masa que pacífica, hasta ahora, se hacía llamar,
ni vuestras huestes azuladas nos podrán parar.

Cuando los soldados rasos se percaten de vuestras necedades,
tornaréis, por fin, a decir verdades,
huiréis cuando las cosas cambien.

Si el que roba a un ladrón tiene cien años de perdón,
qué no se perdonará al pueblo abandonado y humillado
cuando recupere el poder y todo lo que le han quitado.